miércoles, 5 de febrero de 2014

Ensayos (I)

A veces tengo la sensación de haber estado preparándome toda la vida para este cáncer.

Sin un diagnóstico formal, durante toda mi vida he vivido lo que yo identifico como ataques de ansiedad, episodios de vómitos nocturnos unas horas después de acostarme, acompañados de sudores, temblores y grandes dosis de angustia. Con los años, sin llegar a controlarlo, he aprendido a sobrellevarlo con una mezcla de racionalización y control de la respiración.
 
Después del segundo ciclo de quimio tuve una pequeña "crisis" de nausea, a la conocida sensación de angustia se le sumó la incertidumbre de no saber cuánto iba a durar (el alivio que sentí al despertarme poco después viendo que sí que podía dormirme y que me encontraba bien con solo dormir no tiene precio).

El el cuarto ciclo mi "crisis" ha sido un par de horas después de dormirme y de nuevo he agradecido las "destrezas adquiridas": el mínimo control mental racionalizando la situación, el mínimo control físico conseguido controlando la respiración o emitiendo algo parecido a melodías guturales, el ritual tranquilizador de adormecerme arrodillada en el suelo apoyada sobre el váter, la capacidad de dormirme con una luz encendida y prácticamente sentada para evitar reflujos y otros malos rollos gástricos...

Después de años maldiciendo mis "ataques de ansiedad" vuelve a llegar el momento de tirar de refranero y decir eso de "no hay mal que por bien no venga". La vida es una cachonda.

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