jueves, 27 de febrero de 2014

Armas químicas

Cambio de armas. Sigue la guerra.

El hecho de que mi cáncer haya resultado poco (por no decir nada) sensible al primer veneno no determina el cambio de armas, tocaba.

Seguimos el menú previsto: de primero cuatro ciclos de adiamicina (doxorrubicina) y de segundo cuatro ciclos de docetaxel, del postre ya hablaremos.


 

miércoles, 26 de febrero de 2014

Pelitos

Después de lo poco que me importó perder el pelo resulta extraño que me preocupe tanto el goteo de pestañas y cejas (indistinguibles entre si).

Supongo que mi punto de partida con cejas pobladas y "salvajes" favorece el hecho de que aún las conserve en buena parte. Están asimétricas porque la izquierda ha perdido su extremo izquierdo. Definitivamente corren malos tiempos para mi izquierda, para la izquierda en general.

Las pestañas sufren también una importante escasez pero están ahí y el conjunto (de cejas y pestañas) le da una cierta anómala normalidad a mi cara, hinchada y ensombrerada, supongo que por eso cada pelito que encuentro es una pérdida.

Quizás para compensar tengo la cabeza llena de pelo, si se puede llamar pelo a esa pelusilla ruin que me nació hace unos días.

martes, 25 de febrero de 2014

De chiste

Desde hace unos meses me siento inmersa en el famoso chiste de " tengo una noticia buena y una mala".


Doctor ginecólogo:
  • La mala: Es malo
  • La buena: De tener que elegir un tipo para tenerlo yo elegiría este.

Doctor oncólogo:
  • La mala: El radiólogo recomienda hacer una resonancia porque ve algo en el hígado, yo no la haría pero....
  • La peor: Los ganglios están infiltrados
  • La ¿buena?: Eso no supone ningún cambio de planes, sólo una cirugía algo más agresiva.

Doctora oncóloga:
  • La buena: La mayoría de las cosas que se ven en el hígado son hemangiomas.
  • La mala: Algunas no está claro que lo sean, tendremos que hacer más pruebas.

Doctora oncóloga:
  • La mala: El tumor no ha disminuido de tamaño.
  • La buena: El tumor no ha aumentado de tamaño, seguimos con otra quimio.

¿Son imaginaciones mías o las buenas están un poco forzadas? No sé, igual estoy perdiendo el sentido del humor pero no me venía mal una noticia indiscutiblemente buena para darme un respiro.

domingo, 23 de febrero de 2014

Goliat contra David

En esta ocasión permitidme que me ponga de lado del grande, por la cuenta que me tiene.

Creo recordar que el volante de hace algo más de dos años hablaba de dos centímetros y medio, hace cinco meses mi cáncer medía 4 centímetros. Cuatro centímetros es muy poco para muchas cosas, para un tumor en mi teta izquierda es suficiente. Suficiente para empezar el tratamiento por la quimioterapia con intención de encogerlo, suficiente para prever antes de comprobarlo que los ganglios estarían infiltrados, suficiente.

Según la oncóloga, "sigue ahí". Queda saber si los cañonazos químicos le han hecho ensimismarse. Veremos.

David maligno, te digo lo que le decía Carlos al señor Fraguel: "hai que ir morrendo", te toca.

martes, 18 de febrero de 2014

Resonancia (II)

Con permiso de Gila.

- ¿Es el enemigo? Que se ponga
...
- Mire, ¿usted podría parar la guerra mañana?
...
- Sí, es que tenemos una cita
...
- A las 8:45, en la máquina de los ruidos
...
- Sí, para tallarle
...
- Bueno, ¿entonces quedamos así?
...
- Hasta mañana, que usted no mate bien.



lunes, 17 de febrero de 2014

Gente tóxica

Supongo que ahora se me podría acusar con fundamento de ser "gente tóxica", de hecho mis citas con la oncóloga tienen, además de fecha, nombre y apellido: control de toxicidad.

Ahora que mi tiempo se mide en periodos de tres semanas, cada tres semanas se repite una secuencia tóxica en la que mi cuerpo se convierte en un desconocido que vuelve poco a poco a algo parecido al estado inicial.

Las primeras semanas todo el cuerpo es extraño y no "se relaciona" con nadie, ni siquiera conmigo, es como un envoltorio ajeno a mí que me sirve para moverme de un lado a otro, un envoltorio tóxico.

Las segundas semanas lo más raro es la boca, una boca áspera, hinchada, con heridas, que sabe mal, que duele... es difícil hasta dar besos, mis besos tóxicos.

Las terceras semanas siento que mi cuerpo vuelve a ser yo. Es el momento en el que si no recupero mi actividad sexual no volveré a planteármelo en otras tres semanas, otras tres semanas (más) tóxicas.

Y, salvo mi creciente redondez y la alopecia, nada fuera de mí desvela mi toxicidad.

domingo, 16 de febrero de 2014

Rabudo

Sentirse entendido es una sensación reconfortante, que alguien verbalice sentimientos que no sabes cómo transmitir (por no hacer daño, por no encontrar la forma, por no ser siquiera consciente de que existen) también reconforta.

Pocos días después de presenciar la crisis epiléptica de mi hija, Carlos me habló de Nacho Mirás, un compañero de trabajo, que también había sufrido una crisis, al parecer por estrés. Aterricé en sus días tristes y depués supe de su diagnóstico, su operación... pero hasta hoy no había vuelto a pasarme por su blog.

Nacho Mirás es un virtuoso de la palabra que lucha contra un cáncer, un astrocitoma anaplásico en grado III, y usa la palabra en su lucha.

Tras un fin de semana sumergida en sus últimos meses me voy a la cama sabiéndome uno de "los que tenemos células salvajes que se empeñan en trascender por encima de nosotros mismos"

Gracias, Nacho.

viernes, 14 de febrero de 2014

Exámenes

El cambio de día de la cuarta quimio ha hecho que me coincida con los exámenes de la escuela de idiomas.

La verdad es que con la presión de la expectativas sobre mis exámenes (se me conoce como la chica diez) y la imagen de chapona de la clase que tengo tanto en inglés como en italiano, es difícil responder, así que lo mejor para cubrirme las espaldas es añadir dificultades de todo tipo.

Primero de alemán lo aprobé hace 10 años, de parto, con contracciones cada 15 minutos, en esa ocasión fue un 10.

La quimio no sé si es equiparable a las contracciones de parto, no me acuerdo suficientemente bien para comparar cual desconcentra más, pero uno de los efectos de la quimio en mí es una drástica limitación (drástica pero pasajera, espero) en la capacidad de concentración.

Pa' chulos los de mi pueblo.

lunes, 10 de febrero de 2014

Pregunta

En todas las aventuras hay una pregunta estrella. Cuando me fui a Dublín la pregunta era: "¿cómo llevas el inglés?", en esta ocasión la pregunta es "¿estás cansada?"

No, no estoy cansada, no más cansada que normalmente, aunque estar cansada entra dentro de mi normalidad. Pensándolo fríamente incluso estoy menos cansada que normalmente, supongo que por el impulso interno de animarme y minimizar los síntomas con el que no cuento en condiciones normales.

Así que no, no estoy cansada, aunque los tres o cuatro días después de cada ciclo de quimio no podría nadar ni un largo, aunque esos días me cuesta andar al paso de Carlos y parece que voy corriendo maratones, aunque esos cuatro días me quedo dormida a horas a las que debería estar despierta (y luego me despierto a horas a las que debería estar dormida), a pesar de todo eso, la respuesta es no.

El resto de los 21 días ando, nado, limpio, subo y bajo escaleras, pongo lavadoras, compro y hago las mil cosas que haría sin mi cáncer, y no, no estoy anormalmente cansada.

viernes, 7 de febrero de 2014

Inyecciones

Ya sabía yo que en esta aventura iba a aprender muchas cosas.

Y he aprendido a ponerme inyecciones, de las fáciles, las subcutáneas. La oncóloga me dijo que fuera al centro de salud a ponérmelas, la farmaceútica recomendó que me las pusiera en casa antes de acostarme (ponérmela yo o otra persona).

Con algo de desconfianza pero con la resolución de ponérmelas yo, pedí a una vecina enfermera que viniera a supervisarme y, por más que insistió en ponérmela ella, me la puse yo. Porque lo más probable es que esté sola (con los niños) cuando me toque ponerlas y porque como estas se ponen otras muchas... heparina, por ejemplo.

Y puestos a tirar de refranero... el saber no ocupa lugar.

jueves, 6 de febrero de 2014

Cáncer y adolescencia

No es fácil tener cáncer y un hijo adolescente. Supongo que tampoco será fácil ser adolescente y tener una madre con cáncer.

Mi hijo de 13 años suspendió cinco asignaturas en la primera evaluación, eso supone que hay que hacer algunos cambios en normas y rutinas. Tras sendas charlas con la orientadora del instituto y la tutora todo parece apuntar a que (me) toca "domesticarlo". Pero yo no quiero.

Y la verdad es que no sé si pretendo usar el cáncer de excusa ante mí misma para no enfrentarme a algo que sé que hay que hacer desde hace mucho tiempo y que supone un gran desgaste emocional para mí. Me viene a la cabeza esa frase que te repiten los médicos y enfermeras desde el momento en que te diagnostican un cáncer: "ahora lo importante eres tú"

Me gustaría ser lo importante para mi hijo, que hiciera un mínimo esfuerzo para que yo me sienta menos mal, para que no tenga que repetirle cada día las mismas cien mil cosas, para ahorrarme esos pequeños trabajos (como tirar de la cadena cada vez que él va al váter) que tanto me desgastan... un mínimo esfuerzo, supongo que es pedir demasiado.

No sé cómo enfrentarme a esos 13 años, no tengo ni fuerza, ni ganas.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Ensayos (I)

A veces tengo la sensación de haber estado preparándome toda la vida para este cáncer.

Sin un diagnóstico formal, durante toda mi vida he vivido lo que yo identifico como ataques de ansiedad, episodios de vómitos nocturnos unas horas después de acostarme, acompañados de sudores, temblores y grandes dosis de angustia. Con los años, sin llegar a controlarlo, he aprendido a sobrellevarlo con una mezcla de racionalización y control de la respiración.
 
Después del segundo ciclo de quimio tuve una pequeña "crisis" de nausea, a la conocida sensación de angustia se le sumó la incertidumbre de no saber cuánto iba a durar (el alivio que sentí al despertarme poco después viendo que sí que podía dormirme y que me encontraba bien con solo dormir no tiene precio).

El el cuarto ciclo mi "crisis" ha sido un par de horas después de dormirme y de nuevo he agradecido las "destrezas adquiridas": el mínimo control mental racionalizando la situación, el mínimo control físico conseguido controlando la respiración o emitiendo algo parecido a melodías guturales, el ritual tranquilizador de adormecerme arrodillada en el suelo apoyada sobre el váter, la capacidad de dormirme con una luz encendida y prácticamente sentada para evitar reflujos y otros malos rollos gástricos...

Después de años maldiciendo mis "ataques de ansiedad" vuelve a llegar el momento de tirar de refranero y decir eso de "no hay mal que por bien no venga". La vida es una cachonda.

martes, 4 de febrero de 2014

Tranquilidad y buenos alimentos

Ahora puedo confesar mi escepticismo: no acabé de creerme que el aumento de mis defensas fuera solo cuestión de tiempo.

Supongo que influye el hecho de que cada persona te dé un bienintencionado consejo dietético para tener las defensas a punto (que sumados pueden aportar a tu vida o bien una dieta más o menos completa o, en el peor de los casos, un toque de realismo mágico).

Supongo que influyen las preguntas propias o ajenas sobre si no me han dado nada para recuperarlas o si cuatro días son suficientes.

Y con mi carga de confianza escéptica a cuestas he comprobado que sin hacer nada especial mis defensas han pasado de 900 (por debajo de 1500 no te ponen la quimio) a 3800.

Parece ser que el método es el siempre repetido por mi madre: "tranquilidad y buenos alimentos".

(En cualquier caso, para evitar más retrasos en la quimio, esta vez vengo armada con tres inyecciones para espabilar mi médula.)

sábado, 1 de febrero de 2014

Indefensa

Dicen que no hay mal que por bien no venga, que es otra lectura de lo que en este blog vengo llamando oportunidades.

El jueves llegué al hospital con todos mis deberes hechos: la resonancia hepática, la analítica previa a la quimio, los niños en el cole... y esperé leyendo pacientemente mi turno en oncología. Pero no pudo ser, parece ser que mis defensas están un poco diezmadas y no pude recibir mi dosis de veneno. ¿Me dieron algo para recuperar las defensas?... sí... tiempo, tengo que volver el lunes.

Pero, a pesar de que no recibí la noticia demasiado bien (porque no me gustan los cambios de planes, porque preferiría no tener retrasos en el tratamiento, porque hicimos un viaje de ida y vuelta a Lugo para nada...), llevaba de su mano otra de esas oportunidades.

La noche del viernes Carlos y yo con otros cuatro amigos, teníamos reservada plaza en una "jornada gastrosexológica". Cuando nos lo propusieron yo no tenía muy claro cómo iba a estar después de la sesión de quimio del jueves, pensaba que iba a estar lo suficientemente bien para ir y cenar pero sospechaba que no lo suficientemente bien para disfrutarlo, aún así, decidimos apuntarnos.

Ayer disfruté al 100% de una velada curiosa, entretenida y divertida, en buena compañía, gracias al pequeño aplazamiento de mi dosis de veneno. Sólo queda esperar que el lunes mis defensas estén tan dispuestas como yo.