sábado, 3 de mayo de 2014

Mis dos historiales

En toda aventura "sin expectativas", incluso cuando no sabes qué va a pasar, qué vas a hacer, cómo van a ser las cosas, acabas haciendo un recuento de todas las cosas que pensabas que iban a ser distintas.

Y mis no expectativas van formando una larga y decepcionante lista.

La primera expectatva que se me vino abajo fue la de creer que una vez diagnósticado el cáncer todas la "actuaciones médicas" estaban bajo control. Fue llegar a mi primera resonancia magnética y no saber responder a si me podían pinchar en los dos brazos, la misma pregunta que me hizo la enfermera de oncología en el hospital de día. Fue descubrir que había cosas que yo no sabía y que ellas no parecían saber si no sabía yo. Primer golpe anímico. ¿Por qué mi historial no sirve para saber qué y cómo se deben hacer las cosas conmigo?, ¿por qué esas personas no conocen mi situación o no leen mi historial?, ¿por qué debo saber yo cosas que no me han explicado?, ¿por qué si me hacen una tac en Monforte ni siquiera saben qué tengo, qué tratamiento estoy recibiendo y dónde, y me hacen esperar toda la mañana bebiendo agua en un día en que los efectos secundarios deberían contraindicarlo?

Y esa primera expectativa llega a dar miedo cuando tus consultas oncológicas pasan de un hospital a otro y en cada uno de ellos tienes, además de distintos oncólogos cada cita y distintos sistemas de citas, pruebas y tratamientos, un número distinto de historial. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dimes y diretes