martes, 21 de octubre de 2014

Remitente

Pasé años pensando que lo que Elvis me sugería era volver a "la senda".

Quince días después de la última sesión de radio parece que el efecto del bombardeo empieza a remitir, como remitieron muchos otros: ya no huelo por la boca, ni tengo dedos eléctricos, mis extremidades se deshincharon y casi he olvidado mis pies de funambulista y ese dedo (que no llegué a localizar) que se dormía en el derecho, mis papilas ya no están trastornadas y ya no lloro sin motivo, los alrededores de mi reservorio no duelen al roce, mi piel ya no está áspera y erizada y muevo con la misma soltura los dos brazos.

Quince días después de la última sesión de radioterapia, esos quince días que la oncóloga me advirtió que a efectos prácticos son como si siguiesen radiándote, la temperatura de mi teta izquierda ha descendido varios (muchos) grados.

A base de ver pasar efectos secundarios vas aprendiendo que casi todos tienen los días contados y que solo es cuestión de paciencia darte cuenta un día de que ya no están, la duda es cuál (como el rock and roll) estará aquí para quedarse.

Tranquiliza ver que según van remitiendo, todo vuelve a su senda.

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