La vida está llena de oportunidades.
Una oportunidad cuando no te queda casi ningún pelo en la cabeza es darte el gusto de afeitartela.
Probablemente, con una probabilidad de un 99,99% (que estoy muy
loca), si la quimio no me hiciera perder el pelo nunca me hubiera
afeitado la cabeza.
Es curioso que entre las reacciones
de la gente que me ha visto sin pelo, y que no sabía de mi enfermedad,
haya gente que pensó que me había afeitado la cabeza voluntariamente por
alguna excentricidad: hay quien me dijo que si era para estar como
Carlos, hay quien me dijo que qué atrevida soy... pero no, lo más seguro es que nunca me hubiera afeitado.
Afeitarse la cabeza da mucho gusto y queda muy suave.
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