lunes, 15 de septiembre de 2014

Agua

La radiactividad llegó a mi vida con una consigna de la mano: hidratación.

Cuando me diagnosticaron mi carcinoma recibí una avalancha de sugerencias dietéticas que me vi obligada a ignorar, la quimioterapia vino acompañada de la recomendación de consumir mucha agua para ayudar con la eliminaciòn de tóxicos y la cirugía llegó con una recomendación escrita de dieta hipocalórica para prevenir el linfedema.

La consigna de la radioterapia no es dietética, en este caso he recibido una larga lista de recomendaciones cosméticas, todas encaminadas a la (hiper)hidratación de la zona a radiar: la nivea de toda la vida mezclada o no con aceite de rosa mosqueta, argán, aloe vera... y diversas marcas de cremas cosmético-terapeúticas de venta en farmacia. En este caso la elección ha sido fácil: alterno la crema "prescrita" por mi oncóloga con mi fidelidad al gel de aloe vera.

Pero en algún momento de mi vida interioricé que la hidratación viene de dentro, de modo que, sin encomendarme a nadie, he decidido darme a la bebida y respetar por fin la omnipresente recomendación dietética de los dos litros de agua diaros. Mal tampoco me va a hacer.

¡Venga, a lo loco!

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