Tengo que confesar que, a pesar de haber agradecido en tres ocasiones su presencia, nunca he llegado a llevarme bien con mi reservorio.
Mi reservorio ya apenas molesta pero molesta en los momentos más inoportunos y, llamadme superficial, es feo de carallo. Me miro en el espejo e imagino cualquier episodio de "Expediente X", no sé qué tipo de forma viva ha invadido mi hipodermis, parece un pequeño especimen con una larga cola, un alien descolocado.
Y no soy la única a la que le espanta su aspecto. Mi radioncóloga favorita me recomendó que pidiera que me lo quitaran inmediatamente porque me estaba "destrozando la piel", dos citas y dos oncólogas después hay una solicitud de retirada.
- (Oncóloga, antes de verlo) Si te molesta en la próxima cita (dentro de tres meses) pido que te lo quiten.
- (Oncóloga, en el momento de verlo) El lunes hago la petición para que te lo quiten.
Lo dicho, feo de carallo.
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