miércoles, 26 de noviembre de 2014

Verdades piadosas

Mi nueva piel, a juicio de la doctora L., no tiene mal aspecto.

Parece ser que llegado este punto puedo ir modificando paulatinamente mis hábitos con la esperanza de que ninguna de las modificaciones provoque reacciones adversas: cuando se acabe la crema puedo usar una hidratante normal, puedo utilizar ropa más allá de las fibras de algodón y puedo cambiar mi jabón de lanolina en mi ducha diaria, en el orden que quiera pero de uno en uno.

Yo a mí radiooncóloga siempre le digo que sí, y no miento, pero a veces oculto datos. Supongo que omitir el hecho de que llevo varios días yendo a la piscina (con su cloro), que llevo el bañador puesto algunas horas antes de ir a nadar (y de algodón no tiene ni el hilo de las costuras, me temo) y que ya he usado algún gel distinto en la ducha, no tiene demasiada importancia, ya que mi piel no tiene mal aspecto.

No siento la necesidad de cambiar de jabón, si es bueno para la piel delicada será bueno siempre (además no es ni caro, ni incómodo, ni desagradable), y mucha de mi ropa es básicamente de algodón, creo que empezaré dándome a la nivea o al aceite de rosa mosqueta, o, tirando la casa por la ventana, a las dos cosas a la vez.

Supongo que soy culpable del uso de verdades piadosas.

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