Dos meses después sigo esperando una llamada, una cita.
Recuerdo con inquietud el comentario que una enfermera hizo sobre mi oncóloga: "es tan despistada..." Así que, aunque ella me advirtió que no sabía cuándo me darían la cita y que podían tardar, espero esperando que no se despistara.
No es que me apetezca mucho volver al quirófano, me incomoda la idea de
reencontrarme con el (im)pertinente esparadrapo de turno y me molesta pensar en volver a no poder
nadar (unos días) pero... es tan feo y molesto como siempre.